Hemos estado discutiendo sobre el cubano Yasiel Puig desde que escuchamos por primera vez de Yasiel Puig. Su carrera no tenía un mes de vida y ya había jugadores retirados gritándole.
Tenía pitchers rivales tirándole bolazos antes de que se supieran su nombre. Volvió tan loco a Madison Bumgarner que Bumgarner básicamente empezaba una pelea cada vez que Gigantes y Dodgers se enfrentaban. Will Leitch hace el relato en las páginas de MLB.com.
Yo entiendo que todo el asunto puede ser extenuante. He escuchado tantas cosas tontas sobre Puig los últimos siete años que debo confesar que sólo escuchar su nombre me hace poner la televisión en silencio.
Pero igual debo decir que me pondría bien triste si no lo vemos más. Incluso si Puig te cansa o te fastidia, es difícil decir que el tipo es mala persona.
Sus compañeros suelen quererlo como a un hermano menor (incluso si son más jóvenes que él), ya se ha disculpado por algunas de las cosas que hizo en Los Ángeles y su Fundación “Wild Horse Children’s Foundation” es una de las más respetadas en el mundo del deporte. Si tú realmente odias a Yasiel Puig, pues sospecho que eso dice más de ti que de él. El béisbol sería menos si el cubano no encuentra lugar en ningún equipo.
Lo que se trata de un problema, porque, ahora mismo, Puig no es parte del béisbol de Grandes Ligas. Con los juegos de entrenamientos pautados para comenzar el fin de semana, Puig, el agente libre más prominente que queda por firmar, todavía no tiene equipo.
Aunque arrancar su preparación no lo afectaría tanto como pasó con, digamos, Craig Kimbrel el año pasado, nos gustaría verlo ya en un terreno.