Pekín (EFE).- China anunció hace ahora un año la retirada de las cuarentenas obligatorias a la llegada y ponía fin así a la restrictiva política de ‘cero covid’ que mantuvo al país durante casi tres años en un aislamiento cuyos efectos todavía arrastra.
El anuncio se produjo después de que las autoridades sanitarias decidiesen que, a partir del 8 de enero de este año, la covid dejaría de ser una enfermedad de categoría A, la de máximo peligro y para cuya contención se exigen las medidas más estrictas, para convertirse en una de categoría B, y tras unas semanas en las que se registraron protestas contra restricciones como los confinamientos y test masivos a la población.
Así, China finiquitaba el cierre casi total de fronteras que decretó en marzo de 2020 y que fijaba cuarentenas obligatorias de 14 y hasta 21 días en un hotel costeado por el viajero para todos aquellos que entrasen en el país, además de limitar el tráfico aéreo internacional a aproximadamente un 2 % del que había en 2019, algo que las autoridades chinas aseguraron que salvó millones de vidas.
Un esperado anuncio
“Fue la noticia que llevaba tiempo esperando”, asegura a EFE David, un profesor universitario español que trabaja en Pekín pero que, tras salir de China en febrero de 2020, no pudo regresar hasta septiembre de 2023 por “muchos problemas con los permisos y los papeles».
En 2019, antes de la pandemia, las conexiones aéreas internacionales de China completaron 139 millones de desplazamientos, cifra que en 2021 se redujo en un 97 % hasta los 3,05 millones y en 2022, hasta los 3,6 millones, según datos de la Administración de Aviación Civil de China (CACC).
La escasez de conexiones con la segunda economía del mundo disparó los precios de los billetes hasta los miles de euros por unidad, lo que, unido a los obstáculos burocráticos y sanitarios a la entrada de viajeros, provocó que numerosas familias chinas e internacionales permaneciesen años separadas.
“Fue una alegría, por fin volvía la normalidad”, explica a EFE Enrique, un español que trabajaba en China al comienzo de la pandemia y para quien la reapertura significó que su familia podía regresar al país asiático a visitar a sus suegros, de nacionalidad china, y presentarles a un nieto nuevo tras tres años de separación.
Enrique apunta que “el cierre de fronteras por un lado nos trajo unos momentos de mucha incertidumbre y muy duros psicológicamente, y a la postre nos trajo un cambio de sentido total en nuestra vida”, ya que perdió su trabajo en Pekín a comienzos de 2020 y hubo de encontrar otro en España, empezando así “una vida nueva».
Recuperando el tiempo perdido La apertura de fronteras supuso la reanudación de la actividad diplomática china, reducida a mínimos durante los casi tres años en que el país quedó prácticamente aislado.
A finales de 2022 se produjeron la primera salida al extranjero en más de dos años del presidente chino, Xi Jinping, quien visitó Kazajistán, y las primeras recepciones en Pekín de líderes extranjeros, aunque aún con cuentagotas.
Sin embargo, fue en el primer cuatrimestre de este año cuando la actividad diplomática se tornó frenética en la capital china, por donde han pasado en los últimos meses los mandatarios de países como Brasil, Francia, Bielorrusia, España, Rusia, Uruguay o Colombia, al tiempo que Xi ha retomado sus visitas al exterior, aunque con menos frecuencia que antes de la pandemia.
Cicatrices todavía presentes
Pese a que, desde comienzos de año, los medios oficiales chinos informan frecuentemente de la reanudación de las rutas aéreas que conectan el gigante asiático con otros países, lo cierto es que las cifras están todavía lejos de las de 2019.
El pasado noviembre las aerolíneas transportaron a 3,5 millones de pasajeros hacia o desde China, un 53,3 % del volumen registrado en noviembre de 2019, antes de que estallase la pandemia, según cálculos realizados por EFE basados en datos oficiales. Además, pese a que entre enero y noviembre de 2023 el tráfico internacional de pasajeros en China ha aumentado un 1.513 % con respecto al mismo período de 2022, este sigue al 36,9 % del registrado en el mismo período de 2019.
“Pekín se ha vaciado de extranjeros en gran medida y el ambiente internacional ha caído muchísimo”, asegura David comparando las sensaciones de 2023 con las de 2019.
Brazos abiertos
En un momento en que la recuperación pospandémica de la economía china parece haberse ralentizado y la inversión extranjera se ha reducido, el Ejecutivo chino publicó en septiembre unas medidas para impulsar el turismo extranjero, como la simplificación de las solicitudes de visados, el aumento del número de rutas aéreas y la mejora del acceso de los ciudadanos foráneos a los sistemas de pago electrónicos, omnipresentes en China.
Además, la Cancillería china anunció por sorpresa a finales de noviembre que los ciudadanos de Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, España y Malasia no necesitarán visado en 2024 para entrar en el país, eliminando una de las principales causas de que el turismo extranjero no se haya recuperado aún, según expertos locales.
Sin embargo, pese al paulatino regreso de empresarios, viajeros y estudiantes al país asiático, para algunos perjudicados por el cierre de fronteras es tarde- “Hemos rehecho nuestra vida en España”, indica Enrique, que no se plantea “volver a residir en China a corto plazo».