«Esto es un delito fraudulento contra el pueblo de EE.UU.», aseguró Trump, en tono beligerante, en una rueda de prensa con motivo de la visita de su homólogo finlandés, Sauli Niinistö.
«Es el mayor fraude en la historia», remarcó.
La comparecencia del mandatario en la Casa Blanca estuvo repleta de ataques a los «corruptos» medios de comunicación, mientras que Niinistö trataba de mantenerse estoicamente en silencio.
En uno de los intercambios con los periodistas, Trump llegó a exigir a un reportero que dejase de preguntarle a él y que lo hiciese al presidente finlandés.
Anteriormente, el mandatario se había quejado en un tuit de la actuación de los demócratas: «A medida que me entero de más cosas cada día, estoy llegando a la conclusión de que lo que está en marcha no es un juicio político, es un GOLPE», se quejó.
Por su parte, los líderes demócratas del Congreso reiteraron su intención de avanzar con celeridad en la apertura de un proceso de destitución dada la gravedad de las acusaciones y criticaron las maniobras del secretario de Estado, Mike Pompeo, para intentar obstruir la investigación.
«Queremos dejar muy claro que cualquier esfuerzo del secretario, del presidente o de cualquier otra persona para interferir con la capacidad del Congreso de llamar a testigos relevantes, se considerará como evidencia de obstrucción de las funciones legales del Congreso», dijo esta mañana Adam Schiff, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, uno de los que lideran la investigación.
Pompeo anunció este martes que los funcionarios del Departamento de Estado que han sido citados por el Congreso para declarar próximamente sobre la relación del país con Ucrania no lo harán.
Junto a Schiff compareció en el Capitolio Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, quien justificó la decisión de lanzar una investigación de juicio político contra el mandatario por la gravedad de sus acciones.
«(El presidente) está socavando nuestra seguridad nacional y su juramento para proteger y defender la Constitución porque estaba derrocando una acción del Congreso por su cuenta, además de socavar la integridad de nuestras elecciones», dijo Pelosi.
No obstante, reconoció los problemas que esta situación entraña para el país, «ya que realizar una investigación para acusar a un presidente no es algo de lo que alegrarse».
«No sé de nadie que esté contento, es un momento triste», indicó Pelosi.
La líder demócrata anunció el pasado martes 24 de septiembre una investigación de juicio político a Trump después de que se filtrara el contenido de una conversación telefónica que sostuvo en julio con su homólogo ucraniano, Vladímir Zelenski, en la que le pidió investigar al exvicepresidente, Joe Biden, uno de los aspirantes a la candidatura demócrata en 2020, y a su hijo por presunta corrupción en ese país.
Asimismo, se ha sabido que Trump había bloqueado una ayuda militar a Kiev de unos 400 millones de dólares hasta semanas después de su llamada con Zelenski, a pesar de que había sido aprobada por el Congreso.
El terremoto político que vive EE.UU. en los últimos días fue desencadenado por una queja interna presentada en agosto por un supuesto agente de CIA por la conversación entre Trump y Zelenski.
Según los documentos desvelados, el espía advertía «que el presidente está utilizando el poder de su cargo para solicitar la interferencia de un país extranjero en las elecciones estadounidenses de 2020».
En la historia de EE.UU. solo tres presidentes han afrontado hasta ahora procesos de destitución: Andrew Johnson (1865-1869) y Bill Clinton (1993-2001), quienes fueron absueltos; y Richard Nixon (1964-1974), quien dimitió antes de que se culminase su juicio político.
Alfonso Fernández/EFE