Suecia, que ha apostado por una estrategia suave y con menos restricciones contra la pandemia de coronavirus, superó este miércoles los 5.000 muertos por COVID-19, según los últimos datos oficiales.
Con los 102 fallecidos registrados en las últimas 24 horas, el total asciende a 5.041, con 54.562 contagiados, 1.239 más.
Las cifras de pacientes ingresados y de muertos han ido descendiendo lentamente desde hace dos meses, pero se mantienen todavía muy por encima de las del resto de países nórdicos, que han aplicado más restricciones, aunque no confinamiento.
La tasa de mortalidad por COVID-19 en Suecia cuatriplica la de Dinamarca y es ocho veces superior a la de Finlandia y diez a la de Noruega, pero todavía por debajo de la de países como España, Italia, Reino Unido y Bélgica.
Suecia, donde las agencias públicas gozan de gran autonomía respecto al gobierno, ha optado por muchas recomendaciones a la población, apostando por la responsabilidad individual e introduciendo algunas restricciones: así se han cerrado institutos y universidades, pero no escuelas ni restaurantes, y se han prohibido las visitas a asilos.
Más del 90 % de los muertos por COVID-19 en Suecia son mayores de 70 años, y la mitad del total proceden de asilos, mientras que una cuarta parte recibía atención domiciliaria.
El Gobierno rojiverde sueco ha señalado a las deficiencias en el servicio de cuidado de ancianos, sobre todo en Estocolmo, la región más castigada y que gobiernan los partidos de derecha, como un factor clave.
El Ejecutivo sueco anunció hace unas semanas una campaña para ampliar el número de test a la población, aunque solo a personas con síntomas, para lo que ha destinado 5.900 millones de coronas suecas (566 millones de euros). EFE