Por: Dr. Jorge Lora Castillo
Ante la lamentable situación acaecida por un ciudadano que montaba bicicleta en el Mirador la semana próximo pasada, que fue tumbado para despojarlo de la misma, y otros bienes, el gobierno tuvo el gesto típico de los dominicanos, que es poner candado luego de que el robo fuera realizado.
Pero el asunto no fue solo poner el candado, mediante el aspaviento, y la parafernalia necesaria, con la participación de las más altas autoridades de la Policía Nacional, la participación de decenas de agentes motorizados y en bicicletas y en definitiva, todo lo que conlleva este tipo de aparatajes, populistas, pero innecesarios, si lo que se quiere es real y efectivamente, preservar la seguridad ciudadana, lo cual como objetivo, lo consideramos loable y absolutamente necesario.
Todo lo anterior viene al caso, y debe llamar la atención de todos los ciudadanos interesados en una mejor nación y una sociedad en la cual sean respetados los derechos y accesos a las áreas públicas, parques y vías de comunicación del país, es que, el Mirador, no es la República Dominicana, y aunque, es realmente encomiable, que la seguridad en este entorno familiar sea reforzada y mantenida también los fines de semana; esta actividad y celo, debe replicarse en todos los barrios y sectores del país. Debe multiplicarse por cada uno de los sectores populares, y de clase media, donde diariamente, se producen atracos, robos, y donde a partir de cierta hora, los delincuentes imponen el orden y la ley. Baste observar la balacera recién conocida en un sector de San Francisco de Macorís, bajo el control de bandas de narcotraficantes, sin que en ese caso, se haya realizado ningún aparataje, ni cosa que se le parezca, como si los ciudadanos de dicho sector macorisano, no fueran también ciudadanos dominicanos.
El parque Mirador, aunque absolutamente necesario, no es la República Dominicana, el país son más de cuarenta y ocho mil kilómetros cuadrados, que deben ser preservados, cuidados y mimados con el mismo celo que el Mirador. Cada ciudadano dominicano, tiene la misma importancia que una persona que se ejercita dentro de las privilegiadas calles que sustenta el insustituible parque Mirador, que debería replicarse en cada una de las provincias del País.
Como muestra sugerida, a este gobierno POPI, les sugiero darse una vueltecita a las cinco de la tarde en la Autopista 6 de noviembre, donde da pena ver, como cientos de personas se ejercitan diariamente, en sus aceras aledañas que llevan y tienen acceso al peaje, sin ninguna previsión ni protección. Ahí debería hacerse un parque Mirador, en los terrenos propiedad de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, previa compensación legal.
De la misma manera, en los terrenos anexos al Cachon de la Rubia, donde existe un pulmón natural, que puede servir de colchón ecológico para la provincia de Santo Domingo, y el Municipio de Santo Domingo Este.
La República Dominicana en definitiva, no es el Mirador, exclusivamente, sino cada barrio y cada provincia del país, donde debería realizarse un plan agresivo de ubicación de terrenos para la replicación de cien parques mirador en todo el país, debidamente protegidos y preservados.
Es mi particular criterio y consulta gratuita, si se me permite, a este gobierno, que aparentemente le hace falta haber cogido su grajito en carro publico de concho, haberse sentado en una fritura de pueblo a comer orejitas, espantando las moscas con las manos, o haberse montado en una guagua con una olla de moro y espaguetis rojos en su salsa, con salami incluido, y ajustárselo con arena y cerveza en Boca Chica.
Así es muy difícil.