“Hoy, cualquier agencia gubernamental que no respeta la privacidad de sus ciudadanos está equipada con capacidades de espionaje creadas en Herzliya Pituah (al norte de Tel Aviv)”, informa Haaretz sobre una investigación basada en 100 fuentes y 15 países.
El grupo israelí NSO Group desarrolló en ese lugar el malware Pegasus, descrito por la revista Forbes como “el kit de espionaje móvil más invasivo del mundo”.
“Los testimonios muestran que este equipamiento israelí se ha utilizado para localizar y detener a activistas de derechos humanos, perseguir a miembros de la comunidad LGTB, silenciar a ciudadanos que criticaban a su Gobierno e incluso fabricar casos de herejía contra el Islam en países musulmanes que no mantienen relaciones formales con Israel”, señala el artículo.
La información sobre los usos de Pegasus llevó a que en 2016 la diputada de Meretz, Tamar Zandberg, solicitara a la Corte la prohibición de los permisos de exportación del grupo NSO; sin embargo, a petición del Estado, se emitió una orden de censura sobre ello.
“Contrariamente a las normas que existen en otras democracias, el Ministerio (de Defensa israelí) se niega a revelar la lista de países a los que están prohibidas las exportaciones militares, o los criterios y estándares que subyacen en sus decisiones”, recoge la investigación.
República Dominicana, El Salvador, Panamá, Nicaragua, México, Honduras, Perú, Colombia y Ecuador son algunos de los países que habrían importado tecnología de última generación israelí, además de Baréin, Indonesia, Angola y Mozambique, entre otros, según el Haaretz.
“La investigación del Haaretz también encontró que las empresas israelíes continuaron vendiendo productos de espionaje, incluso cuando se reveló públicamente que el equipamiento se usaba con fines maliciosos”, señala el artículo.
La industria de espionaje israelí se ha convertido en “la punta de lanza del comercio mundial” en los últimos cinco años, con especial consolidación en países de África y el Golfo Pérsico. EFE