La noche del sábado 16 de junio se convirtió en una pesadilla,para el interprete de lo Niego todo, cuando se quedó sin voz en pleno escenario.
Joaquín Sabina, fue recluido en un centro de salud en Madrid, aquejado de dolencias en las cuerdas vocales.
A Sabina le ocurrió lo peor que le puede suceder a un cantante en plena faena: quedarse sin voz.
Ante más de 15 mil personas de varias generaciones, en el WiZink Center le pasó lo peor que les puede suceder a quienes asisten a un concierto: que el cantante se quede sin voz y, a la hora y media escasa de su inicio, se enciendan las luces y se les anuncie que la fiesta ha llegado a su fin.
En una publicación del periodico 3l Mundo, se refiere que aquella era su quinta parada en la capital, con todas las entradas vendidas, en el transcurso de un año, y la cosa comenzó mejor que bien.
Sabina salió al escenario como un mariscal de campo, tieso y circunspecto (solo él sabía entonces lo que pasaba y, quizá, lo que iba a pasar), mientras el público se ponía en pie como un solo hombre y lo recibía con una ovación que fue un trueno.
El cantautor quiso devolver tan superlativo saludo con la canción que ese público más iba a valorar, ‘Yo me bajo en Atocha’, la cual logró erizar el vello hasta a los vendedores ambulantes de cerveza, que se movían como luciérnagas entre la gente.
A esta le siguieron seis temas de su último disco, ‘Lo niego todo’, ‘Quien más, quien menos’, ‘No tan deprisa’, ‘Lágrimas de mármol’, ‘Sin pena ni gloria’ y ‘Las noches de domingo acaban mal’, que interpretó con el guitarrista Jaime Asúa.