Sus grafitis de temática coronavírica no dejan indiferente: un día es Gollum, de «El señor de los anillos» que sostiene su «tesoro» -un rollo de papel higiénico-, y otro día son el presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, los que se dan un beso en la boca, eso sí, con mascarilla.
Este grafiti está inspirado a su vez en el beso hermanado entre Leonid Brézhnev y Erich Honecker, obra de Dmitri Vrúbel, que puede verse en el tramo del muro de Berlín de la East Side Gallery.
El beso de Eme Freethinker representa a «dos grandes naciones que ya están en una contienda económica desde hace ya un buen tiempo», explica el grafitero en entrevista con Efe.
«Y por eso me lo pensé así, hacer a Xi Jimping y a Trump ahí en un beso con mascarilla incluida, un poco irreverente, pero bueno», dice.
Hace sol en el Mauerpark (parque del muro) y mucho calor; en pocas horas va a llover.
El popular parque, abarrotado de gente, debe su nombre al muro que separó Berlín durante 28 años, por el que antes transcurría la llamada franja de la muerte, y donde ahora se puede disfrutar de una concurrida zona verde.
Todavía queda en pie un tramo de muro, donde los grafiteros dan rienda suelta a su creatividad y Eme Freethinker se dispone a plasmar su próxima obra.
Explica que a veces las ideas le surgen sobre la marcha, mientras va pintando, pero muchas otras piensa de noche qué es lo que le apetece crear.
«Estaba escuchando anoche a Bowie, bueno, a Ziggy Stardust, y me he pensado ahí una cosita, no con David Bowie, pero sí con Trump», avanza, sin revelar nada más.
Explica que la pandemia la está viviendo «como casi todo el mundo, en carne propia», ya que tenía pendientes un par de trabajos -pintar un restaurante, un café y un bar- pero «todo está paralizado hasta que esto pase».
Esta situación excepcional «se refleja en toda la sociedad, aunque eso del distanciamiento social ya había empezado hace tiempo con los ‘smartphones’, pero ahora se ve mucho más marcado», afirma.
Es algo que ha tratado de expresar en la mayoría de los muros que ha hecho últimamente, y asegura que «a veces no tiene que ser algo muy político, puede ser algo cómico», aunque sea para «ponerle una sonrisa a la gente».
«El grafiti siempre ha sido un arte contestatario, contundente, y que representa casi siempre lo que está pasando, antisistema sobre todo» y aquí, como en casi la mayor parte del mundo, «el grafiti está sacando lo que piensa».
«No siempre tiene que ser la verdad, pero sí es un reflejo de lo que sienten sus creadores», explica.
Eme Freethinker llegó hace cinco años desde República Dominicana a Alemania, donde vive con su esposa y su hijo; Berlín es su casa desde hace dos años, antes vivió en Friburgo.
En Berlín hay muchos lugares donde pintar, pero donde más lo hace es en el Mauerpark, porque vive muy cerca, y la escalera y los materiales los guarda en casa de una amiga, cuenta.
«Por eso me vengo mucho mas acá al ‘Mauer’, no importa que las obras se tapen, porque es un arte efímero, que uno lo hace para disfrutar el momento de pintar y para que la gente lo pueda apreciar por un corto periodo de tiempo», dice.
En República Dominicana ya pintaba, pero no fue hasta que llegó a Alemania que tuvo acceso a las latas «superprofesionales» para pintar.
«Así que solamente los cinco años que llevo aquí es el tiempo que estoy usando material de verdad», dice, mientras un señor que se ha acercado a hacer fotos le pregunta dónde quedó su maravilloso mural de Frida Kahlo.
EFE/Elena Garuz