El milagro ocurrió el día de la Madre, en 1981. Ese 10 de mayo nacieron en Estados Unidos mellizos, un niño y una niña, perfectamente sanos.
Pero no fue un nacimiento como cualquier otro: el varón, llamado Michael, pudo llegar al mundo sin problemas gracias a que, cuando estaba en la panza de su mamá, fue operado para corregirle un problema que podría haber sido fatal.
Así, el pequeño se convirtió en el primer caso de cirugía fetal exitosa de la historia.
El médico que lo operó, Michael Harrison, desarrolló la técnica de la cirugía intrauterina trabajando en el Hospital de Niños de la Universidad de California en San Francisco (UCSF).
Harrison le contó recientemente al programa de radio Witness, del Servicio Mundial de la BBC, por qué le pareció necesario buscar la manera de operar al feto cuando todavía estaba en la panza, a pesar de todos los riesgos.
«Como cirujano pediátrico yo veía a estos bebés recién nacidos que tenían problemas que simplemente no podías solucionar y los veías morir. Había muchos casos en los que decíamos: ‘Tenemos que solucionar estos problemas antes'», relató.
El médico recordó un caso en particular que lo impulsó a desarrollar su nueva técnica.
Se trataba de un bebé recién nacido que tenía una hernia. Harrison, que se estaba formando como cirujano infantil, fue parte del equipo que lo operó.
Aunque el procedimiento fue un éxito el pequeño falleció unos días después.
«Analicé el problema y concluí que el bebé murió no porque no hubiera tenido una operación perfecta y buen cuidado postoperatorio. Murió porque sus pulmones no estaban suficientemente desarrollados al momento de nacer».
«Me dije a mí mismo: ‘La única manera de salvar a estos bebés es hacer algo antes de que nazcan, para que los pulmones se desarrollen y funcionen adecuadamente al momento de nacer'», recordó.
«Imposible»
Pero su idea no fue bien recibida. En especial por los obstetras, que son reacios a las intervenciones que podrían afectar el embarazo.
Harrison recuerda que cuando postuló su plan todos lo miraron «como un loco, les parecía un concepto estrafalario. La sola idea parecía imposible».
De hecho, algo tan delicado como operar a un feto no hubiera sido posible si poco antes, en la década del ’70, no hubiera habido varios desarrollos en el campo de la obstetricia que hoy son considerados comunes.
Por ejemplo, la aparición del ultrasonido, el método que se sigue utilizando hoy para poder visualizar el feto dentro del cuerpo de la madre.
«Hasta ese momento nadie había podido observar un feto vivo que respirara. El ultrasonido nos permitió mirar dentro del útero por primera vez, ver al pequeño y poder notar si tiene algún problema», resaltó Harrison.
Otro avance fue la invención de una técnica para abrir y cerrar el útero utilizando unas grapas especiales, para causar el menor daño posible al bebé y a la madre.
Las grapas incluso permitían a las mujeres volver a quedar embarazadas y dar a luz sin problemas en el futuro.
Mucha creatividad, poca regulación
Pero algo que no existía aún eran instrumentos adecuados para este tipo de operaciones y Harrison recuerda que debieron diseñar sus propios aparatos.
«Creamos muchas herramientas y agujas especiales y funcionaban lo más bien», contó el experto. A punto tal de que hoy se siguen utilizando muchos de esos instrumentos.
Según Harrison gran parte de esos inventos fueron posible gracias a que en esa época había «muy poca supervisión regulatoria».
«Si todo esto hubiera ocurrido hoy tendríamos mucha mejor tecnología pero también tendríamos un ambiente fuertemente regulado que a veces te previene de crear esas herramientas», observó.
Con todo el equipo listo, el siguiente paso era poner la técnica en práctica. Fue entonces que surgió la oportunidad de realizar una intervención intrauterina.
El caso era el de Michael, el pequeño que mencionamos al principio, que sufría de una obstrucción urinaria que de no ser tratada podría haberle dañado la vejiga y los riñones, incluso causándole la muerte.
Los médicos supieron del trastorno en las primeras etapas de gestación y pudieron seguir su desarrollo y el de su hermana melliza, Mary, que no tenía problemas de salud.
Uno de los principales desafíos del equipo era justamente cómo operar a Michael sin dañar a Mary.
«Inventamos, desarrollamos y pusimos a prueba una pequeña sonda que podíamos insertar sin necesidad de abrir el útero. Simplemente había que colocarlo utilizando el ultrasonido como guía, a través de una jeringa».
«Esto requiere mucha coordinación, es como un ballet en el quirófano. Pero increíblemente funcionó», contó el cirujano.
El catéter fue colocado a través del abdomen del feto hasta su vejiga. Este se descomprimió, al igual que el tracto urinario. Michael pudo completar su gestación y nacer casi a término, junto a su hermana.
Perfil bajo
A pesar del enorme logro, el caso no fue revelado a la prensa. Recién se dio a conocer tres meses más tarde y de forma acallada.
«No queríamos que esto fuera un gran evento público, queríamos que nuestro trabajo fuera revisado por pares y publicado. Una de nuestras reglas era que todos los casos fueran revisados y publicados, tanto los buenos como los malos», reveló Harrison.
Uno de los mayores alivios del experto fue ver que su operación no había causado impacto negativo en la salud de Michael.
«Cuando nació tenía una gran barriga porque estaba lleno del líquido que había estado obstruido pero luego se normalizó y hoy es un tipo flaco y apuesto», contó, con una sonrisa.
Alentados por su éxito, el médico y su equipo siguieron perfeccionando sus técnicas e instalaron el primer Centro de Tratamiento Fetal de EE.UU., dentro del hospital universitario. Harrison recuerda que fueron años duros, en los que perdieron a varios de sus pequeños pacientes.
«Cada vez que había un fracaso llovían las críticas y muchos decían que tendríamos que cerrar. Fue una batalla durante una década».
Si bien el campo de la cirugía intrauterina se terminaría afianzando, las innovaciones nunca pararon.
Se desarrolló la técnica de laendoscopía fetal, que permite operar al bebé sin tener que atravesar su cuerpo.
«Se coloca un pequeño endoscopio a través de la pared abdominal de la madre y a través de la pared uterina y podemos introducirlo por la garganta del bebé hasta sus pulmones», explicó Harrison, quien sigue trabajando en el campo de la cirugía fetal.
En años recientes los médicos también han logrado remover tumores, desbloquear pulmones y operar el corazón de fetos.
Y pueden corregir de forma prenatal algunos problemas congénitos que podrían ser fatales, como las obstrucciones del tracto urinario, las malformaciones pulmonares o las hernias diafragmáticas.
Algunos cirujanos también operan la espina bífida, pero el procedimiento sigue siendo controvertido.
Además, las operaciones suelen ser mucho más breves.
«Antes cada intervención tardaba mucho porque éramos nuevos en la técnica y muchas veces teníamos que ir inventando cosas en el momento», señaló Harrison.
«Hoy podemos hacer el procedimiento en media hora o una hora», contó el experto, quien —por razones obvias— es reconocido en todo el mundo como el «Padre de la Cirugía Fetal».