Con la llegada de la primavera y el inicio del verano, el césped se torna verde, los árboles renuevan sus hojas y los parques y jardines se llenan de flores.
Sin embargo, para quienes sufren la llamada fiebre del heno o más genéricamente alergia al polen, la temporada primaveral puede ser una verdadera pesadilla.
Esta alergia que afecta a millones de personas en todo el mundo— es una reacción a las esporas de los hongos y a las partículas de polen que liberan las plantas y los árboles como parte de su ciclo reproductivo.
Los síntomas más comunes son estornudos y tos e inflamación de la mucosa nasal, que causa congestión y goteo en la nariz e irritación de los ojos.
El inicio de los síntomas está vinculado a qué somos alérgicos específicamente: al polen de los árboles o al del pasto y a qué especie de planta en particular, ya que cada una de ellas son polinizadas en distintos meses del año.