Más de 3.200 centroamericanos –en su mayoría hondureños- habían llegado a Tijuana, su última escala antes de intentar cruzar a Estados Unidos, según cifras oficiales. Pero un estimado de 1.500 se encontraban aún en el camino, a la altura de Mexicali, bloqueados por las autoridades.
De los que lograron llegar a Tijuana, más de 2.100 se alojan en un hacinado albergue que improvisó el gobierno local en un deportivo. El resto estaba disperso en los numerosos albergues de migrantes que normalmente operan activistas en esta zona fronteriza.
Ante la saturación de los albergues, las autoridades bloquearon el paso de los autobuses en que viajaban los migrantes en la cercana Mexicali, capital de Baja California.
Algunos de los miembros de este grupo de rezagados, integrado por numerosas familias con niños, quieren aventurarse a recorrer a pie el último tramo a Tijuana, un escarpado camino de más de 180 km. Otros intentarán pedir autostop.
«Los coordinadores nos están diciendo que mañana (domingo) saldríamos para Tijuana», dijo a la AFP Wilmer Pinto, un guatemalteco de 38 años que no puede hacer el trayecto a pie por viajar con tres niños.
– «Una gran estafa» –
Tras acusar a la caravana de buscar una «invasión» contra su país, Trump dispuso el envío de hasta 9.000 soldados a su frontera sur y advirtió que sólo aquellos que crucen por un punto oficial podrán pedir refugio.
El viernes, el mandatario reiteró su discurso antiinmigrante a través de su cuenta Twitter.
«¿No es irónico que una vasta caravana de gente esté marchando hacia nuestra frontera en busca de asilo en Estados Unidos porque tienen miedo de estar en su país, pero van ondeando orgullosamente las banderas de su país?», escribió el mandatario.
«¿Puede esto ser posible? Sí, ¡porque todo es un GRAN ESTAFA y los contribuyentes estadounidenses están pagando por ello!», añadió Trump.
En tanto, numerosos tijuanenses protestan contra la presencia de la caravana, incluido el alcalde conservador Juan Manuel Gastélum, quien pidió que los centroamericanos sean expulsados alegando que «llegan en un plan agresivo, grosero».
«Tenemos que hacer una consulta ciudadana» para decidir qué hacer con los migrantes, dijo el alcalde. «¡Es válido!».
Para Andrés Marroquín, un habitante de Tijuana que pasaba rápidamente en su auto para ver a los migrantes, «mucha gente, no todas, no hay que generalizar, es muy mal agradecida».
«No le gusta dónde los dejan, lo que les dan de comer, lo que les dan de tomar, ellos quieren exigir sus propios derechos, cuando la verdad, si no los exigieron en su propio país, ¿por qué lo vienen a exigir aquí?», dijo a la AFP.
El miércoles, unos 300 pobladores protestaron contra los migrantes en una zona habitacional de Tijuana, arrojándoles piedras mientras cantaban el himno mexicano ante la mirada de policías.
Este rechazo también se ha viralizado en las redes.
– Escisión de caravana –
Ante esta situación, incluso los migrantes rezagados en Mexicali buscan desmarcarse del resto de la caravana.
«Queremos darle buena imagen a la gente de Tijuana, somos en mayoría familias pacíficas, y no queremos que se incomoden con nuestra presencia como sabemos está pasando con los que ya llegaron», dijo Malvin Sánchez, un hondureño de 25 años.
En tanto, algunos de los que ya están en Tijuana han acudido al paso fronterizo de El Chaparral para iniciar el lento proceso de solicitud de asilo o refugio a Estados Unidos.
Existe una lista de espera de más de 1.500 personas, que para ser atendidas deben esperar hasta dos meses ya que las autoridades migratorias estadounidenses los atienden a cuentagotas. Al día, reciben entre 30 y 90 personas.
Otros migrantes de la caravana no quieren inscribirse en el proceso, temiendo que sus datos personales sean utilizados por el gobierno estadounidense para deportarlos. Así, abogan por entrar todos en masa y a la fuerza, como ocurrió en la frontera de México con Guatemala.
Huyendo de la violencia y pobreza en Centroamérica, la caravana salió el 13 de octubre de San Pedro Sula, Honduras, en un accidentado recorrido de más de 4.300 km hasta Tijuana, en el estado de Baja California.
Otras caravanas menores salieron después, y según la secretaría de Gobernación (Interior) hay unos 8.000 migrantes que transitan por México.