WASHINGTON.- El presidente estadounidense, Donald Trump, ha elevado la tensión con México al endurecer su retórica migratoria y ordenar el despliegue en la frontera de la Guardia Nacional, una semana antes de coincidir con su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, en la Cumbre de las Américas en Lima.
La semana comenzó con un iracundo arrebato de Trump al enterarse de que una caravana de cientos de inmigrantes centroamericanos recorría México en dirección a EEUU, siguió con el anuncio del envío de militares a la frontera y culminó con un mensaje inusualmente duro de Peña Nieto hacia su homólogo estadounidense.
“Si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos”, le espetó Peña Nieto a Trump en un discurso difundido en vídeo en su cuenta de Twitter el jueves.
Peña Nieto habló poco después de que Trump repitiera los comentarios en los que llamó “violadores” a los inmigrantes mexicanos cuando anunció su candidatura presidencial en 2015, y añadiera que las indocumentadas “están siendo violadas a niveles que nadie ha visto jamás antes”.
Trump rescataba así unas palabras que hirieron profundamente el orgullo de los mexicanos durante la campaña electoral estadounidense y que están en la raíz de las dificultades que ha atravesado su relación con el gobierno de Peña Nieto.
Lo hacía, además, días después de amenazar a México con cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) si no detenía una caravana de inmigrantes que se dirigían a EEUU.
Trump cantó victoria en ese tema el martes, y se jactó de haber manejado a su antojo al Gobierno mexicano, al declarar que habían detenido la caravana porque él les dijo “que tenían que hacerlo”.
El mismo día dijo que planeaba encargar a los militares que vigilaran la frontera, un inesperado anuncio que llevó al Gobierno mexicano a pedir apresuradamente explicaciones a la Casa Blanca.
Pronto se supo que serán entre 2.000 y 4.000 efectivos de la Guardia Nacional, un cuerpo de reserva de las Fuerzas Armadas, los que Trump quiere destinar en la frontera hasta que se construya el muro que tantos roces ha causado en la relación con México.
La Cancillería mexicana advirtió el miércoles que si el envío de la Guardia Nacional “se tradujera en una militarización de la frontera, ello dañaría gravemente la relación bilateral”.
La ley estadounidense prohíbe a los militares implicarse en tareas de orden público y la garantía de que los soldados no se dedicarán a detener a inmigrantes rebajó el impacto del anuncio.
Pero el complicado pasado de Estados Unidos en Latinoamérica genera suspicacia ante cualquier medida que implique a militares y el Gobierno mexicano recibió presiones del Senado y de los candidatos a las elecciones de julio en México, para exigir respeto al país.
“La decisión de Trump imprime un tono negativo en la relación antes de la Cumbre de las Américas, y definitivamente crea tensión”, dijo a la experta en México del centro de estudios Atlantic Council Katherine Pereira.
“Una semana antes de la Cumbre, a Trump se le ocurre amenazar con poner tropas en la frontera con México, que realmente es la frontera con Latinoamérica”, coincidió el presidente emérito del centro de estudios Diálogo Interamericano, Peter Hakim.
“Eso no crea precisamente una atmósfera cooperativa y amistosa para las conversaciones en Lima”, durante la Cumbre que tendrá lugar el 13 y 14 de abril, añadió Hakim en una conferencia esta semana.
Trump coincidirá en la cita regional con Peña Nieto, pero por ahora la Casa Blanca no ha confirmado si se reunirá con él. De hacerlo, sería su primer encuentro desde julio pasado, y llegaría tras dos intentos frustrados de organizar una reunión en Washington.
Mientras bullían las tensiones migratorias, los titulares mexicanos de Economía y Exteriores, Ildefonso Guajardo y Luis Videgaray, mantenían reuniones en Washington para impulsar las negociaciones del TLCAN, entre rumores sobre el posible anuncio de un acuerdo preliminar durante la Cumbre de las Américas.
La duda ahora es si las tensiones migratorias entre EE.UU. y México complicarán las negociaciones del TLCAN, o si los vecinos optarán por ser pragmáticos y facilitar un preacuerdo que les puede beneficiar tanto en las elecciones presidenciales mexicanas como en los comicios legislativos estadounidenses en noviembre.
“Es improbable que las conversaciones (del TLCAN) se compliquen por esto”, opinó Carlos Petersen, analista del grupo Eurasia.
“Trump está actuando así por objetivos políticos domésticos y como táctica negociadora, y aunque esto ha forzado a Peña Nieto a responder, en ningún sentido reduce la urgencia de alcanzar un acuerdo” comercial, agregó Petersen en un comunicado.EFE