Por: Pedro Castro
pedrocastro1606@gmail.com
Permitir el comportamiento conductual de fiscales y abogados que contribuyan a romper la solemnidad de un tribunal es sinónimo de un juez permisivo.
En la audiencia de medida de coerción del bautizado expediente antipulpo, sólo faltaron trompadas, patadas, hombres por los aires, eso es la lucha libre como en los tiempos de Jack Veneno.
A pesar de que era una medida de coerción ya se prejuzgó el fondo del expediente donde ya los investigados fueron condenados por la sociedad.
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El juez es una persona que tiene autoridad y potestad para juzgar y sentenciar. El juez no está para emitir juicio de valor, como lo hizo con cada uno de los encartados al momento de imponerle la medida de coerción.
La permisividad significa ‘tolerancia excesiva’ o ‘condición de permisivo’ (‘que permite o consiente’).
El juez es la máxima autoridad de un tribunal de justicia, cuya principal función es precisamente ésta, la de administrar justicia.
Es el juez quien dicta la sentencia en ejercicio de la función jurisdiccional. Su misión no puede ser ni más augusta ni más delicada: a él está confiada la protección del honor, la vida y los bienes de los ciudadanos. Es el depositario de la confianza del pueblo.
También entre sus responsabilidades se observan la de definir el futuro de un acusado por determinado crimen o delito y en esta situación lo mismo, deberá someter a juicio las pruebas o evidencias reunidas, para declararlo culpable o inocente, según corresponda.
En lo que respecta a la medida de coerción las constantes interrupciones, el hablar más de la cuenta a las partes de lo que el tribunal podría interesar es una permisividad.
La medida de coerción es una restricción del ejercicio de los derechos a la libertad o a la propiedad dispuesta por un juez competente.
A las partes se le debe poner freno en el conocimiento de una medida a menos que el juez esté interesado en saber el contenido de los enfrentamientos que se registran fuera del derecho.
Por igual la ecuanimidad de los fiscales en la audiencia debe prevalecer; muy mal fue el espectáculo entre el procurador Wilson Camacho y el abogado Joaquín Camacho, donde sólo falto trompadas y patadas y el juez eso lo permitió.
Se debe crear un reglamento para sancionar a los jueces que permitan violentar la solemnidad del tribunal, así como existe el delito de audiencia.