El presidente estadounidense, Donald Trump, acude a su segunda Asamblea General de la ONU con la ideología nacionalista más afilada que nunca, y con el reto de defender una serie de políticas unilaterales que han irritado a numerosos aliados de EE.UU. en su primer año y medio en el poder.
Irán, Corea del Norte y la lucha contra las drogas serán algunas de las prioridades de Trump durante su visita a Nueva York, donde este lunes inicia una agenda de tres días que tendrá como platos fuertes su discurso del martes ante la Asamblea General y su debut como presidente de una sesión del Consejo de Seguridad el miércoles.
El discurso destacará la importancia de “proteger la soberanía” de Estados Unidos, según adelantó este jueves la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley.
“No es que digamos que el multilateralismo no puede funcionar; decimos que la soberanía es una prioridad sobre todo eso”, defendió la diplomática durante una conferencia de prensa. Hace un año, Trump también dio tintes nacionalistas a su primer discurso en la Asamblea General, en el que declaró que “siempre” pondría “a Estados Unidos primero”, y opinó que los líderes del resto de países también “deberían poner a sus países primero”.
Por entonces, sin embargo, los defensores del multilateralismo aún tenían algo de influencia en el entorno de Trump, y los aliados tradicionales de EE.UU. tejían lazos con el nuevo Gobierno con la esperanza de que las promesas más chocantes del mandatario se diluyeran con el paso del tiempo y gracias al peso de la burocracia.
Pero desde que Trump dio ese discurso, EE.UU. se ha retirado del pacto nuclear con Irán y de dos destacados foros de la ONU: el Consejo de Derechos Humanos y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Trump, que a comienzos de su mandato también salió del acuerdo de París sobre el cambio climático y congeló la apertura a Cuba, se ha desatado en los últimos meses al reconocer a Jerusalén como capital de Israel, iniciar una guerra comercial con China y avivar las tensiones con los países miembros del G7 y de la OTAN.